La caza del ciervo rojo en Escocia

Después de 7 horas en coche, llegamos a un lugar con un terreno que solo se podría describir como el escenario de una película de El Señor de los Anillos. Cuando nos enseñaron una cabaña diciéndonos que no había baño, sino un arroyo para lavarse, supe que esto iba a ser algo diferente.

A pesar de en esa postura de mi cuerpo los insectos del lugar pensaban que yo era un buffet libre, el ciervo caminó hasta una distancia de 290 yardas. Yo estaba más que cómodo, y con eso, hice el disparo, y el ciervo fue derribado directamente. Poco después de que empezara a oscurecer, comenzamos a descender y a adentrarnos en la ladera despejada. Incluso con el visor térmico en la mano, la dureza del terreno ocultó muy bien al ciervo, pero pronto conseguimos localizarlo. 

Pronto pudimos avistar corzos y ciervas con el Pulsar Merger LRF XP50, pero ningún ciervo. Tras 20 minutos de espera y una identificación del 100 %, apareció un ciervo y, a una distancia de 360 yardas, me coloqué cómodamente en posición de decúbito prono.

Lee Perryman

Durante los días siguientes, la rutina consistió en levantarse y salir antes del amanecer por las onduladas colinas para posicionarnos en los puestos más idóneos. Luego, volvíamos a salir por la tarde para contemplar la puesta de sol. En total, conseguimos llevarnos a casa dos ciervos y un corzo.

A pesar de la falta de comodidades, de los bichos y del terreno de disparo, las barbacoas y las duchas al aire libre hicieron que este viaje fuera fantásticamente memorable, por no mencionar la captura de mi primer ciervo rojo.