Emoción, tradición, conexión, renovación... muchas son las razones, por no mencionar la carne, por las que cazamos. Pero después de todo, al final simplemente cazamos porque nos gusta. La caza es estimulante a la par que relajante y, de hecho, hay razones científicas para que nos guste. Cada nuevo estudio que se realiza constata que todas las facetas de la caza nos sientan bien y, como es natural que nos gusten las cosas que nos sientan bien, los cazadores regresan al campo año tras año.
Hechos sobre la caza
Nutricional
La carne de venado es más magra y contiene más vitaminas y minerales que la carne de vacuno.
La caza silvestre es la carne más sostenible del planeta. No hay mejor como "del campo a la mesa" que abatir nosotros mismos nuestra propia carne, totalmente orgánica, alimentada con pastos naturales y criada en libertad. A diferencia de los animales criados en granjas, los animales de caza son más activos y comen una dieta más natural que hace que incluso la carne más pobre sea rica en proteínas, hierro, zinc y (algo bueno y sano para todos) ácidos grasos omega-3. También es más baja en colesterol y grasa. Los animales criados con pastos retienen más vitaminas que los animales alimentados con cereales (como las vacas) y ya se sabe que la carne de caza nunca tendrá hormonas, aditivos ni conservantes. Durante décadas, debido al aumento del coste del maíz, los agricultores han usado excedentes defectuosos de caramelos, galletas y otros dulces de grandes fabricantes, así como grano usado en la fabricación cerveceras, pulpa de cítricos, “tortas” desechadas de fábricas de salsa de soja, cáscaras de cacahuete, sobras de pan, chocolate, Kool-Aid mix, carne y harina de huesos, subproductos de aves de corral y tejidos secos y triturados de peces descompuestos para complementar las dietas de las vacas. Quienes se preocupan por el origen y los ingredientes de sus alimentos, deberían sopesar seriamente la ingesta de carne comprada comercialmente.
Ejercicio físico
La caza requiere ejercicio físico que aumenta el ritmo cardíaco y, a la vez, le hace más saludable en general.
Sí, la caza requiere sentarse y esperar, muchas veces largas esperas, pero los cazadores no son nada perezosos. Durante todo el año, los cazadores se preparan construyendo y reparando torretas, perfeccionando sus habilidades con el arco y armas de fuego o explorando.
En Estados Unidos suelen también siembran alimento en parcelas cercanas a las zonas de caza. Cuando llega la temporada de caza, los cazadores controlan lo suyo para acechar y explorar. ¡Vestirse para salir de inspección ya sirve de entrenamiento! Cualquier ejercicio que aumente su frecuencia cardíaca resulta beneficioso. La caza también pone a prueba su resistencia y fuerza general.
Bienestar emocional
La caza requiere acercarse al lugar donde están los animales. Y los animales salvajes están donde no hay gente. Para llevarse a casa buenos trofeos hay que aventurarse en bosques, campos, pantanos, montañas y valles, y alejarse de casas, edificios, carreteras y sistemas electrónicos. Por ello, una de las mayores recompensas de la caza es el beneficio mental de pasar tanto tiempo al aire libre. La evidencia de más de 140 estudios realizados en millones de personas en 20 países ha demostrado que pasar tiempo en la naturaleza reduce los niveles de estrés, disminuye la presión arterial y la frecuencia cardíaca y mejora el sueño. Además, la naturaleza sirve como uno de nuestros entornos restaurativos más poderosos, un espacio que fomenta la recuperación del estrés y la fatiga del día a día. Las personas que pasan tiempo en espacios verdes tienen un riesgo reducido de desarrollar diabetes tipo II, enfermedades cardíacas o de tener presión arterial alta.
Paciencia
La caza puede llevar días, incluso semanas de espera. Requiere sentarse quieto y en silencio y mucha concentración y atención. Cuando no se tiene o no se conserva la paciencia, no se logra éxito en la caza. La paciencia también enseña habilidades de adaptación, gratitud y empatía. El mundo moderno se caracteriza por dar infinidad de satisfacciones inmediatas, de modo que cuando no se obtiene lo que se desea muy deprisa, se genera frustración. Las investigaciones han demostrado que la frustración causa insatisfacción general en la vida, tensión y falta de sentido del humor. Cuando se aprende a ser paciente, se vive menos deprimido y se experimentan menos pensamientos negativos. Quienes atesoran la virtud de la paciencia dicen siempre sentirse más satisfechos de sus vidas.
Establecer lazos
Demasiadas lecciones fundamentales de la vida y muchas habilidades no se pueden aprender delante de una pantalla. Los niños necesitan amor y apoyo. Los niños que pasan tiempo de calidad con sus padres se comunican mejor, tienen un mejor rendimiento escolar y tienen menos probabilidades de tener problemas de comportamiento. Enseñar a un hijo a cazar con seguridad aumenta la confianza, potencia el carácter ético y el amor por la naturaleza y su conservación y además facilita un estilo de vida saludable. De hecho, según Nebraska.gov, “los estudios muestran que la caza segura bajo la orientación y la capacitación de mentores produce en realidad una experiencia holística que crea menos violencia en los jóvenes”. Los niños que pasan tiempo al aire libre tienen mejor visión, más creatividad y menos probabilidades de mostrar síntomas de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).
Como cima de la cadena trófica, los humanos hemos cazado y matado animales para surtirnos de carne, pelaje y cuero durante siglos. Es uno de nuestros instintos más básicos. Ahora, la caza trasciende la mera supervivencia. Los cazadores desarrollan una comprensión mucho más profunda de la fauna y los ecosistemas que la mayoría de la gente. Su gratitud y aprecio por el animal que abaten no se acercan ni por asomo a lo que los demás sienten al comprar carne en el supermercado, si es que sienten algún tipo de agradecimiento. Los cazadores son la razón por la que ciertas especies no se han extinguido, por la que los hábitats silvestres están protegidos frente al desarrollo y por la que tenemos tantas tierras comunales para explorar. Los cazadores son caritativos y son más felices que los que no cazan, se sienten a salvo en la naturaleza y son muy considerados con la vida silvestre y el paisaje.